Subí al pequeño cerro y ante mi, un mar de niebla primaveral lo llenaba todo como de un "humo misterioso" que ocultaba cualquier otra visión del paisaje soberbio que desde allí se domina. Podía mirar directamente al Sol que se me aparecía como en un negativo fotográfico a través de aquél espeso filtro gris lleno de humedades. Sentía en mi alma el fragor de mil inquietudes y me dispuse a sosegar mi mente. De pie, mirando hacia Oriente, levanté los brazos con las palmas al Sol y empecé a vocalizar la Runa TYR, mientras iba bajando los brazos, imaginando como una concha de rayos cósmicos penetraban todo mi cuerpo, y así, inhalando profundamente subí otra vez los brazos repitiendo el ejercicio una y otra vez. Así estuve, no puedo precisar cuanto tiempo, porque creo que "perdí" la noción de este. TTTYYYYYYYYRRRRRRRR: Todo era vibración, todo era como "abrir camino" o "quitar obstáculos" que impidieran que pudiese llegar hasta mi Ser Interno. Sentía como la "impresión" de estar literalmente "metido dentro" de aquella bruma y el Sol frente a mi. Y el ruego o la oración, la petición de esa ayuda anímica y espiritual, el anhelo de ver claro, de la comprensión, de la humildad en aras de poder seguir andando una ruta, que sólo iba configurándose a golpes de presente, con alegrias y sufrimientos, y estando en "alerta" permanente, aprendiendo a intuir, a valorar también las palabras, esas palabras que - en un instante - se pierden en la nebulosa de lo subjetivo... ¿Dónde estás hermano en el Espíritu?
Poco a poco, la niebla se fue levantando dando paso a un Sol radiante y a un cielo azul que casi dañaban la retina. Solamente en las hondonadas más profundas continuaba la humedad grisácea, como las obsesiones que, a veces, torturan a los humanos, cuando falta el hálito del Más Intimo. Finalizada la vocalización de la Runa Sagrada, crucé las manos en mi pecho como para no "dejar escapar" aquella energía cálida y potente y así me mantuve por un tiempo indefinido.
Cuando abrí los ojos el Macizo de MONTSERRAT lucía con toda solemnidad y sus crestas se recortaban en el intenso azul del cielo. A mi alrededor, un verdor lujuriante de Primavera decoraba los campos y los bosques de pinos de los alrededores. El ambiente llevaba aromas de miel que desprendían almendros, ya casi sin flor, y los cerezos radiantes, la única música era el zumbido de las embriagadas abejas y, un poco más lejos, las esquilas de un apacible rebaño de vacas, dando a todo el conjunto un aire agradable y propicio para amar intensamente a la Naturaleza y a la Creación entera.
Sentí un profundo agradecimiento por todo aquél cúmulo de sensaciones que se me daban y a las que mi ser se entragaba sin vacilaciones.
Vivir unos instantes "especiales" como estos, siempre contrasta con el mundo "trepidante", ruidoso y con frecuéncia agobiante, que tiende a "insensibilizar" a todo el mundo, y en el que se "vive". Este "contraste" creo que ayuda mucho a entender que la Vida puede ser "distinta" si uno se lo propone con firmeza. Por mi parte, simplemente, he querido compartir mi vivencia con todos vosotros/as.
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