Un cuenco tibetano ha aparecido en mi vida, un cuenco tibetano con su nota sintesis, para escucharla, para sentirla y fluir con el sonido infinito que me transporta allende los àmbitos dimensionales, hacia las frecuencias anheladas con las que vibra por entero mi Ser. Un cuenco tibetano de aniversario que me invita a la meditación y al silencio, a la serena quietud y al vacío de la mente, oh estío, exuberante de tonalidades verdes, ilusión por donde se embebe el Alma y el Espíritu en el umbral de la mirada, por donde se borra toda visión material, y como niebla penetrante, me se en el túnel, al que solo llego con la respiración profunda: inhalar, exhalar, y el sonido interno, misterioso de esta inextinguible nota en la cual cabalgo alegre y con afán de triunfo.
La nota que vibra es en si mísma un universo que entra por los oídos convirtiéndose en otro espacio-tiempo, meciéndome, y en donde siento extinguirse el miedo egoico de mi temporal y humana condición. Vibra en el Corazón y lleva siglos de plegarias que el viento esparce, y me pacifica plenamente, después de incontables idas y venidas, de caídas y de llantos, de alegrías, pasiones y efímeras fiestas convertidas en sendas de ceniza, hasta llegar a este Ahora y Aquí, que recoge los frutos maduros, labrados en el sufrimiento, en el Amor, y en los laberintos atávicos de tantos cielos y de tantas patrias, hasta encontrar las arenas de esta playa en donde os reencuentro a todos, mis hermanos y hermanas, camino de la evolución verdadera, de la expansión de la consciència, que toma las riendas del propio destino.
En esta nota síntesis me abraza una fina y alta frecuencia que hace vibrar y relucir la energía que por el Corazón nos une a todos, con el cosmos profundo y con las huestes cocreadoras y guardianas, -no sabria explicarlo con palabras más precisas-, es como un "saber desde siempre" cual es, como y cuando, el orígen, la misión y el retorno al hogar sideral de donde todos brotamos cual surtidor de cristalinas aguas, para ser depositados en la epidermis de Gaia, nuestra Madre Tierra, para crecer, evolucionar, avanzar, costase lo que costase e incluso costase todo lo que aún está costando, despertar de esta ilusión, de este sueño engañoso, como incansables guerreros, como almas luminosas enclaustradas en los vehículos físicos terrestres.
¡Que añoranza tan grande! Y ver, por fin ya, la perspectiva, la desaparición del espejismo, por entre el resplandor luminoso como una cascada de luz del Ciclo Solar, y multitudes conscientes avanzando hacia los portales dimensionales, hacia donde las civilizaciones avanzadas del espacio infinito, aguardan esta alborada...
El sonido precioso del cuenco tibetano se expande milagrosamente por todos lados y atraviesa la multidimensionalidad igual que un sonido mágico de campanas de insistente eco, que rebotan y rebotan por el interior y exterior de nuestro mundo, con una tonalidad de aurora jubilosa, como una mañana de estío llena de vida y de presagios vitales.
Ahora el círculo de luz Montserrat, que tanto anhelé e imaginé, retorna a mi corazón, donde se cierra, a la espera del momento preciso, sin prisas, sin expectativa alguna, abrazando a todos, amando todo lo que soy capaz de amar, en ausencia del ego, sin más pretensión que seguir el peregrinaje con quién lo estoy siguiendo desde hace años, agradeciendo todo lo que he aprendido de todos y sobretodo, que cada uno está recorriendo su propio camino, como yo mismo, y en donde nos encontraremos, tal vez, en algún momento de la ardua y bendita ruta...
Ahora la Joya de este sonido del cuenco tibetano marca una nueva alborada llena de paz, donde me acojo...
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