Cada ser humano vive su propia experiencia personal e intransferible. Cada ser humano vive sus propias circunstancias, generadas por él mismo en forma consciente o inconsciente. Eso lleva implícita una responsabilidad, tanto hacia uno mismo como hacia los demás, relacionada con las propias decisiones que se toman en cada momento, las acciones que de ello se desprenden así como las consecuencias que se deriven. Es por eso que la felicidad "no es una meta en si misma" a la que uno tiene que aspirar para "ser feliz". La felicidad, cada uno la tiene que generar y vivir recorriendo su propio camino. Si uno no es feliz recorriendo su camino, difícilmente "encontrará" la felicidad, esperando alcanzarla como meta al final del camino. Cada ser humano tiene que contar con si mismo, con su propio compromiso, sin implicar a los demás en expectativas en las que se confíe ciegamente, pues la experiencia remite a que si uno espera conseguir alguna "meta" espiritual, a partir de la actitud y la tarea de los demás, lo único que obtendrá, más pronto o más tarde, será decepción y dolor. Porqué raramente se consiguen estas previsiones. Porqué uno, no tiene ningún derecho a esperar que las demás personas sean "como yo quisiera", piensen "como yo quisiera", o hagan lo que "yo quisiera", puesto que, como digo, cada uno tiene que elaborar su propio compromiso y responsabilizarse de su propio alcance, y "sin contar previamente con los demás".
Y uno se puede preguntar: ¿Y como puedo, pues, llegar a los demás? No deseándolo expresamente, no implicándolos al compromiso de uno, dedicándome conscientemente a mi propio camino, buscando y equilibrando pensamientos, palabras y acciones, de esta manera, si han de surgir confluéncias y afinidades con otras personas, será algo que se producirá con especial naturalidad, espontaneidad y fluidez en el momento más maduro, oportuno y consciente del ahora. Y bien seguro que será felizmente. Pues el equilibrio y la serenidad, tienen que ir parejos y no admiten la exigencia, ni la coacción a los demás, que no serian del Alma, sino más bien del ego inconsciente y subjetivo.
Por eso, refranes de la Sabiduría milenaria nos recuerdan que la "felicidad es el camino", porqué es en la vivencia consciente del instante presente, no en lo que ha pasado, no en lo que ha de venir, sino en lo que es de instante en instante y de momento en momento en este mundo tridimensional, que nos entrena para la consciencia en cuarta dimensión, en un tiempo lineal, donde ya no existe pasado ni futuro, pues todo está en un continuo y permanente presente.
El camino de cada uno, tarde o temprano, conduce a la integración con el Ser Interno que es cada uno, y lo hace con la precisión y la rapidez que la voluntad consciente de cada cual dispone, siempre dependiendo de los distintos "estados de consciencia" de cada uno, del grado de compromiso empleado...
Entonces recupera uno las virtudes originales que se "olvidaron" en este plano, así como la memoria cósmica de todas las etapas y experiencias. Y todo eso, puede fluir con alegría, equilibrio y felicidad, desde ahora mismo. El primer paso ya se puede dar con alegría, y eso por si solo, invita a todas las Almas del planeta a esta realización, incluso en mitad de esta época social convulsa que genera el fin del "antiguo sistema": nada ni nadie puede impedir que cada ser humano encuentre y abrace en su interior, a la propia y original identidad de luz energética e inmortal que siempre ha sido, es y será: en esta "tarea" está la felicidad... La Meditación es el pan diario de los Sabios, dicen en Oriente, y es así, con infinita paciencia como aprendemos a fluir y a ser, a través de la Quietud y del Silencio que habla...*
Y uno se puede preguntar: ¿Y como puedo, pues, llegar a los demás? No deseándolo expresamente, no implicándolos al compromiso de uno, dedicándome conscientemente a mi propio camino, buscando y equilibrando pensamientos, palabras y acciones, de esta manera, si han de surgir confluéncias y afinidades con otras personas, será algo que se producirá con especial naturalidad, espontaneidad y fluidez en el momento más maduro, oportuno y consciente del ahora. Y bien seguro que será felizmente. Pues el equilibrio y la serenidad, tienen que ir parejos y no admiten la exigencia, ni la coacción a los demás, que no serian del Alma, sino más bien del ego inconsciente y subjetivo.
Por eso, refranes de la Sabiduría milenaria nos recuerdan que la "felicidad es el camino", porqué es en la vivencia consciente del instante presente, no en lo que ha pasado, no en lo que ha de venir, sino en lo que es de instante en instante y de momento en momento en este mundo tridimensional, que nos entrena para la consciencia en cuarta dimensión, en un tiempo lineal, donde ya no existe pasado ni futuro, pues todo está en un continuo y permanente presente.
El camino de cada uno, tarde o temprano, conduce a la integración con el Ser Interno que es cada uno, y lo hace con la precisión y la rapidez que la voluntad consciente de cada cual dispone, siempre dependiendo de los distintos "estados de consciencia" de cada uno, del grado de compromiso empleado...
Entonces recupera uno las virtudes originales que se "olvidaron" en este plano, así como la memoria cósmica de todas las etapas y experiencias. Y todo eso, puede fluir con alegría, equilibrio y felicidad, desde ahora mismo. El primer paso ya se puede dar con alegría, y eso por si solo, invita a todas las Almas del planeta a esta realización, incluso en mitad de esta época social convulsa que genera el fin del "antiguo sistema": nada ni nadie puede impedir que cada ser humano encuentre y abrace en su interior, a la propia y original identidad de luz energética e inmortal que siempre ha sido, es y será: en esta "tarea" está la felicidad... La Meditación es el pan diario de los Sabios, dicen en Oriente, y es así, con infinita paciencia como aprendemos a fluir y a ser, a través de la Quietud y del Silencio que habla...*
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