viernes, 8 de noviembre de 2013

EL PODER DE SER ECUÁNIMES


En un mundo de "reacciones" es imposible la "ecuanimidad espiritual" entendida objetivamente más allá de las definiciones del diccionario.  Cuando uno "reacciona", la reacción por sistema, es un acto inconsciente y mecánico, por ser de una identificación automática, no reflexionada con la mente serena y consciente sino con la mente "egocéntrica" e incontrolada, que denota en si misma ignorancia y desconocimiento.  Una mente así no puede conocer la ecuanimidad.  Pero ¿qué es la ecuanimidad? ¿Qué es ser ecuánimes? El diccionario se limita a señalar "imparcialidad", "neutralidad" que, si bien puede ser eso, desde la espiritualidad y la consciencia, es una cualidad sumamente más profunda y objetiva en su plena acepción. 
Para actuar con ecuanimidad es necesario vivir el presente, es condición indispensable, vivir en un máximo de consciencia en el aquí y ahora, de manera constante y continua, sin proyecciones al futuro ni al pasado, vivir el ahora con todo lo que da de si, ¡que es tanto!
Dentro del universo de este "ahora", de este "presente", tenemos que hacernos prácticos en la "consciencia de aceptación", es decir, la "aceptación" de toda circunstancia que nos llegue, pues esto nos capacita y nos valida, para no precipitarnos, para no "reaccionar" de manera mecánica y automática, sino todo contrario, ser muy reflexivos para afrontar "correctamente" la situación que se presente, sin que eso suponga un altibajo emocional y psicológico, como sucede frecuentemente, cuando funcionamos a través de las reacciones mecánicas, sin la intervención de la parte "más despierta" de nuestra consciencia,  que se estimula, activa y crece cuando vivimos el ahora y aquí. 

                                                                                     

Si cualquier circunstancia o eventualidad la recibimos con ecuanimidad, es decir, sin resistencia, con aceptación, sin etiquetas ni juicios, en plena consciencia del presente,  estamos creando la atmósfera más propicia para comprenderla de la forma más equilibrada posible, lo que conllevará una solución (si hace falta) del mismo calibre. A la vez, este "estado de ecuanimidad" es lo que nos preserva del típico dolor que trae consigo una identificación mecánica y descontrolada, o un estado de desesperación que anula el entendimiento, o aquello que comunmente se llama "estado nervioso" que nos puede hacer cometer una respuesta más desequilibrada aun, etc. 
Ser ecuánimes comporta también que ante la circunstancia o eventualidad que súbitamente se presenta, recordemos nuestra "consciencia de alma", que nos da la pauta de serenidad y el poder de afrontar aquello que la vida nos pone por delante en prueba y crecimiento, de forma efectiva y centrada.  

                                                                                  

La ecuanimidad es mucho más que una simple actitud, es mucho más profunda y denota la madurez interior de quién la ejerce con naturalidad.  No es cuestión sencilla cuando no estamos entrenados, cuando no hay un trabajo continuado de auto-observación momento a momento de cada instante presente, cuando quién irrumpe en determinadas circunstancias en nuestra vida, es aun, el "egocentrismo": que nos puede dar terribles instantes de ira, de orgullo, de envidia o codicia, etc., con todas sus ramificaciones y pluralidades, que se apoderan de la mente y condicionan grados de inconsciencia conductual que hacen pedazos cualquier anhelo de espiritualidad...
La ecuanimidad es otra de las muchas joyas que atesora el Alma humana, que solo nos llegan plenamente cuando somos conscientes y aprendemos a neutralizar, minimizar e incluso eliminar este "egocentrismo" que ha dominado por milenios la vida y las conductas humanas, en detrimento del Alma, del Espíritu, del Ser Interno, del Padre-Madre,  de Lo que somos verdaderamente "aunque" estemos experimentando en un cuerpo o vehículo físico, perfecto y finito, la materia densa de este mundo físico tridimensional que tanto nos  ha limitado y alucinado con respecto a quien somos verdaderamente...
Con todo, el nuevo paradigma que ya se está gestando habrá superado con creces,  todo rastro de "egocentrismo" y el ser humano no tendrá que esforzarse para "saber o recordar" quién es y tendrá completa consciencia del Alma, del Espíritu que es,  y de la conexión con la Gran Fuente Cósmica*

                                                                             

                                                                                    

No hay comentarios:

Publicar un comentario