Soltarte y fluir en la quieta y calmada madrugada, horas antes de la salida del Sol es abrazar el Silencio en su estado más puro, penetrar en su honda vibración y sentirte Él mismo con toda la Consciencia del Alma, que es una Integridad del Ser Interno. Así la mente permanece serena y en completo reposo, donde los únicos pensamientos que fluctúan son de entera plenitud, vitales, de paz y serenidad, precisamente por ser del Alma y llevar de ella su luz original e intrínseca. Nada iguala esos instantes tan sorprendentemente mágicos y silentes. Se afirma el reencuentro o conexión con la propia Alma. El rayo potente y vibrante de este instante sagrado, es la frecuencia que llena, que hace seguir en ese continuo el estado de consciencia, para retomar y afrontar la vida diaria con todas sus situaciones y retos, con la increíble alegría del agradecimiento, por ser y estar vivo en la Vida y acompañado del Alma más luminosa y cercana, esta Alma que por estar tan cerca, uno no sabe ver desde los espejismos egocéntricos. Aquella Alma que es, con toda seguridad, un maestro para el propio camino.
La "meditación" es la herramienta básica para llegar a fluir en la "consciencia de alma" que, en realidad, es el estado en que ya no se olvida más lo que somos:"Almas experimentando en cuerpos físicos", se abandona el concepto de que "el cuerpo lo es todo" y, poco a poco, uno abraza la "intima recordación de ser". Si se fluye realmente en ese estado, el "ego subjetivo" tiene bien poco a influenciar o manipular. No quiere decir eso que se haya eliminado "de raíz", pero será tan débil que no tendremos más que sonreir ante alguna pequeña aparición suya. Explicado así puede resultar sencillo de entender, sin embargo hay que vivirlo con voluntad y constancia, amor al silencio, paz y serenidad, viviendo el presente día tras día con auto-compromiso.
La "consciencia de alma" es el estado según el cual uno se "reconoce como alma" reconociendo a su vez, que todos nuestros semejantes lo son, experimentando y conviviendo en este maravilloso Planeta.
Entonces, la "consciencia de ego o de cuerpo" (en manos de quién hemos estado tanto tiempo) queda pues situada en el ámbito que realmente le corresponde y no se "confunde" más con el Alma Inmortal que verdaderamente es y somos cada uno.
Cuando veo a todos los seres humanos que me rodean como almas puras y luminosas, con las que convivo y comparto, las actitudes, las acciones, las intenciones se "modifican de manera consciente". Los deseos y las reacciones (tan propios del ego subjetivo) remiten progresivamente y en su lugar se instala la asertividad, el agradecimiento, la aceptación, la humildad, el amor sin condiciones. Todo en la existencia humana toma una nueva perspectiva basada en esta consciencia profunda de alma, en esta espiritualidad innata en toda persona humana. Cuando esta espiritualidad despierta (y ahora es un momento de gran despertar) el entorno inmediato de la persona "cambia", y en definitiva, el mundo va incrementando este "despertar" con cada persona que "se hace consciente de si", que recupera el "recuerdo de si", que aprende a desarrollar las "cualidades del alma" y los verdaderos poderes que todo ser humano tiene aplicándolos desde la Consciencia.
La experiencia de la "meditación" es el camino real y objetivo para descubrir todo el potencial interior del ser humano, del Alma, del Ser Interno, la conexión con la FUENTE, con la Divinidad, para recuperar esos estados de quietud y paz, de serenidad y equilibrio, de amor y respeto por toda la VIDA que nos envuelve, y que determina con consciencia y equilibrio, toda la parte externa de la Vida, ese día a día que sin el pósito de la "meditación interior", no tiene un rumbo firme ni un equilibrio permanente.
Desconectar con todo lo exterior, meditando, permite al practicante paciente y constante, alcanzar la "Consciencia de Alma", "el punto de luz" que se sitúa en mitad de la frente, en el "tercer ojo" y re-descubrirse a esta realidad trascendente que, de mucho, supera esta "realidad ilusoria" del mundo material donde experimentamos. Es ir más allá del cuerpo físico material, en total abstracción de él, y situarnos fuera del tiempo, en nuestra verdadera identidad de alma incorpórea, de cuerpo muy sutil. Es recuperar muy vivamente aquello que realmente uno es, aunque sea de forma tangencial, pues después tendremos que regresar al "campo de la acción", es decir, el cuerpo de carne y hueso, para seguir experimentando en la vida física.
Lo importante es que la "intima recordación de ser", la "consciencia de alma" impregne el Corazón y la Mente del practicante configurando ese estado de consciencia lúcida propio del Hombre Despierto y Consciente*