Los árboles, quietos en la calma, movedizos y ruidosos con el viento que refriega sus copas, son realmente una población viva y sábia que convive con los seres humanos. Sean los pinos, que son los que más abundan tocando al macizo sagrado de Montserrat, sean robles y encinas, pues también los hay, cipreses, olivos, almendros, higueras, cerezos, etc., todos ellos se agrupan en familias de Elementales maravillosos de la Naturaleza, que se situan en el hiperespacio o cuarta dimensión, en donde tienen una rica e intensa vida interior, también disponen de sus propios "campos energéticos", al igual que los seres humanos disponemos de los nuestros. Estos "Elementales", verdaderas Almas de los árboles que llenan los paisages, entran y salen a voluntad de sus variados y arrugados troncos, sus cuerpos físicos, enrraizados profundamente a la tierra, estáticos y majestuosos.
Los árboles, por otro lado, se pueden relacionar con los seres humanos que conocen su realidad y sus virtudes. Un árbol puede ser un muy buen amigo que "aconseja y ayuda". Los árboles tienen su propia "aura" vital, como la tenemos también los humanos y también los animales, como los gatos y los perros, que conviven cerca de nosotros, y que siempre saben los "estados de ánimo", psicológicos de todas las personas, en especial las más cercanas. Los árboles también saben con que intención álguien se les acerca...
Los seres humanos nos podemos dirigir y acercar a un árbol (preferentemente grande) en forma consciente, es decir, con respeto e incluso pidiéndole permiso para hacerlo, aun sabiendo que el árbol, "ya recibe" lo que emana del corazón de quién se acerca. Cuando el "aura" de la persona y la del árbol se conjuntan ya se establece una comunicación en este preciso instante que puede ser muy intensa, de mucha plenitud y felicidad, entonces uno puede saludarlo, abrazarlo, acariciarlo, e incluso pedir consejo y sanación. Se puede entablar un diálogo de consciencia y una bella amistad cultivable si uno persiste en un mismo árbol.
Los árboles, disponen de una sabiduría ancestral, son generosos en su donación y entrega, frecuentemente sus cuerpos son cortados sin ningún miramiento para las conveniencias humanas, y es un gran tributo el suyo, al planeta y a la humanidad, junto con el de muchísimos animales sacrificados con extremo sufrimiento, para servicio del hombre. A diferencia de los humanos ellos jamás guardan rencor: ni los animales, ni los árboles. Es más, los árboles se llenan de alegría cuando álguien se les acerca con respeto y amor, y se produce un bello intercambio energético.
Muchas veces pasa uno por un parque, una avenida, una arboleda cercana, o incluso en un jardín, lleno de árboles antiguos e imponentes, y no son visualizados, pues uno los mira desde la ruidosa y problemática mente, como un paisaje cotidiano sin ninguna trascendencia, al igual que muchos otros aspectos de la rutina "que se miran sin ser vistos". Sucede que "no hay" observación consciente" porqué no se vive el "ahora y aquí", en vez de ello, se vive "lo que haré después o dentro de un momento", pero mientras la vida presente "se escapa terriblemente, vuelve "maquinales" a los que van y vienen per temor a "hacer tarde" o "por lo que haré después".
¿Quién piensa que un árbol que uno ha estado viendo durante años, cada día, pasando por su lado, "tiene consciencia, percibe todas las energías "buenas y malas" de todo el mundo, quién piensa que lo "puede abrazar"(sin que nadie lo trate de loco) y establecer una increíble relación consciente y energética con este Ser, sabio y generoso, que mira, aparentemente impávido el deambular de coches y personas"? Obviamente, sólo quién "labora" para su propio auto despertar de Consciencia...
La relación con la Naturaleza, en este caso con los árboles, desde la consciencia, elimina y transforma toda la visión común y vulgar, que de ellos se tiene, pues el árbol es visto, contemplado, observado, tratado y respetado, como el ser vivo completísimo que es, tanto en su aspecto físico, como en el anímico y el espiritual. Es cuando se llega a poder descubrir su experimentada sabiduría y compartir la alegría de su amistad, pues uno ya no se acerca con "egoismo" al árbol, sinó como a un ser de este planeta de quién hay mucho que aprender, con quién se pueden intercambiar energías y conocimientos e incluso colaborar en "trabajos energéticos" diversos referentes a las personas, a la tierra, al propio árbol, etc.
No nos acercaremos al árbol "a palo seco" (como de costumbre), primeramente y desde una distancia prudencial del arbol que hayamos escogido, practicaremos respiraciones profundas (varias: inhalar, retener y exhalar) o lo que es lo mismo, respiraciones conscientes, para calmar nuestro propio estado y podernos acercar al árbol con el amor y respeto que merece, y desde un vibrar lo más cercano posible al suyo. A continuación acercarse con mucha auto observación, las respectivas "auras" se fundirán como en un abrazo. Cada uno vivenciará a fondo lo que sienta y puede ser un gran conocimiento.... Meditar junto al árbol, como Siddharta Gautama, es también adecuado cuanta más energética amistad exista con el árbol...
Los árboles, por otro lado, se pueden relacionar con los seres humanos que conocen su realidad y sus virtudes. Un árbol puede ser un muy buen amigo que "aconseja y ayuda". Los árboles tienen su propia "aura" vital, como la tenemos también los humanos y también los animales, como los gatos y los perros, que conviven cerca de nosotros, y que siempre saben los "estados de ánimo", psicológicos de todas las personas, en especial las más cercanas. Los árboles también saben con que intención álguien se les acerca...
Los seres humanos nos podemos dirigir y acercar a un árbol (preferentemente grande) en forma consciente, es decir, con respeto e incluso pidiéndole permiso para hacerlo, aun sabiendo que el árbol, "ya recibe" lo que emana del corazón de quién se acerca. Cuando el "aura" de la persona y la del árbol se conjuntan ya se establece una comunicación en este preciso instante que puede ser muy intensa, de mucha plenitud y felicidad, entonces uno puede saludarlo, abrazarlo, acariciarlo, e incluso pedir consejo y sanación. Se puede entablar un diálogo de consciencia y una bella amistad cultivable si uno persiste en un mismo árbol.
Los árboles, disponen de una sabiduría ancestral, son generosos en su donación y entrega, frecuentemente sus cuerpos son cortados sin ningún miramiento para las conveniencias humanas, y es un gran tributo el suyo, al planeta y a la humanidad, junto con el de muchísimos animales sacrificados con extremo sufrimiento, para servicio del hombre. A diferencia de los humanos ellos jamás guardan rencor: ni los animales, ni los árboles. Es más, los árboles se llenan de alegría cuando álguien se les acerca con respeto y amor, y se produce un bello intercambio energético.
Muchas veces pasa uno por un parque, una avenida, una arboleda cercana, o incluso en un jardín, lleno de árboles antiguos e imponentes, y no son visualizados, pues uno los mira desde la ruidosa y problemática mente, como un paisaje cotidiano sin ninguna trascendencia, al igual que muchos otros aspectos de la rutina "que se miran sin ser vistos". Sucede que "no hay" observación consciente" porqué no se vive el "ahora y aquí", en vez de ello, se vive "lo que haré después o dentro de un momento", pero mientras la vida presente "se escapa terriblemente, vuelve "maquinales" a los que van y vienen per temor a "hacer tarde" o "por lo que haré después".
¿Quién piensa que un árbol que uno ha estado viendo durante años, cada día, pasando por su lado, "tiene consciencia, percibe todas las energías "buenas y malas" de todo el mundo, quién piensa que lo "puede abrazar"(sin que nadie lo trate de loco) y establecer una increíble relación consciente y energética con este Ser, sabio y generoso, que mira, aparentemente impávido el deambular de coches y personas"? Obviamente, sólo quién "labora" para su propio auto despertar de Consciencia...
La relación con la Naturaleza, en este caso con los árboles, desde la consciencia, elimina y transforma toda la visión común y vulgar, que de ellos se tiene, pues el árbol es visto, contemplado, observado, tratado y respetado, como el ser vivo completísimo que es, tanto en su aspecto físico, como en el anímico y el espiritual. Es cuando se llega a poder descubrir su experimentada sabiduría y compartir la alegría de su amistad, pues uno ya no se acerca con "egoismo" al árbol, sinó como a un ser de este planeta de quién hay mucho que aprender, con quién se pueden intercambiar energías y conocimientos e incluso colaborar en "trabajos energéticos" diversos referentes a las personas, a la tierra, al propio árbol, etc.
No nos acercaremos al árbol "a palo seco" (como de costumbre), primeramente y desde una distancia prudencial del arbol que hayamos escogido, practicaremos respiraciones profundas (varias: inhalar, retener y exhalar) o lo que es lo mismo, respiraciones conscientes, para calmar nuestro propio estado y podernos acercar al árbol con el amor y respeto que merece, y desde un vibrar lo más cercano posible al suyo. A continuación acercarse con mucha auto observación, las respectivas "auras" se fundirán como en un abrazo. Cada uno vivenciará a fondo lo que sienta y puede ser un gran conocimiento.... Meditar junto al árbol, como Siddharta Gautama, es también adecuado cuanta más energética amistad exista con el árbol...